literatura

muy sensible

Era tan sensible que estaba entre la muerte y el horror al mismo tiempo, nos imaginábamos arreglados en su memoria y en la mía, no aguantaba todas las tonterías que decía, tan obsesionado con todo lo antiguo, todo lo de madera, todo lo que ardía como el humo.


Le di un pájaro blanco, no una paloma, sino un pájaro blanco, como si se viera en forma de ángeles en forma de pájaro.
No le gustaba quedarse mucho tiempo en casa y amaba el cielo, amaba el cielo como si fuera una patria solitaria, una patria solitaria a la que no le gustaban los cuerpos y no se dejaba tentar por el sexo.
Tartamudeaba mucho cuanto más hablaba del amor, de los vacíos del amor, como si fuera un tema sin resolver.

 

Me duele su falta de habla, o su vista corta que le impide verme mientras me dirijo hacia él, su crueldad fue indiferente a lo que me pasó a mí ya su pobre pájaro que murió de sed por el amor de mi virginidad.
No estaba orando por nosotros, pero dejó de orar por nosotros.

edad divertida

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